Oraciones
Oración de la madre por la fe de sus hijos
Padre y Señor nuestro, fuente de toda vida, somos madres cristianas. Con vuestra bendición y la cooperación de nuestros maridos, hemos concebido para esta vida temporal a nuestros hijos. Pero nuestra misión no termina con el nacimiento de los hijos: queremos también concebirlos para la vida eterna.
Para lograrlo, insistimos con igual devoción y constancia que santa Mónica en estas peticiones, repitiendo esta súplica: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que, como santa Mónica, guiemos a nuestros hijos hacia ti con nuestra propia vida, más decididamente cristiana cada día: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que nos esmeremos en lograr la plena cooperación de nuestros maridos en sembrar y consolidar la fe de los hijos: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que, como santa Mónica, tratemos bien a nuestros hijos, y procedamos en todas las circunstancias con dulce serenidad, autoridad y amor: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que estemos pendientes de la evolución del carácter de nuestros hijos, y atentas a los diversos ambientes en que se desenvuelve su vida: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que de tal modo comuniquemos la fe a nuestros hijos, que ellos se preocupen de vivirla y transmitirla a los demás: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que, si brotara en alguno de nuestros hijos o hijas el germen de una consagración religiosa o sacerdotal, seamos generosas colaboradoras de su vocación: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que transmitamos a nuestros hijos el conocimiento y amor a la parroquia en que vivimos, y les enseñemos a colaborar en las tareas apostólicas de las mismas: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que, si algún hijo nuestro se desvía del buen camino, los padres sepamos cercarlo de amor, oraciones y consejos, hasta conseguir su retorno a la fe y a la práctica religiosa: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que, en el trato con otras madres, nos interesemos por sus necesidades, despertemos en ellas su responsabilidad cristiana y logremos integrarlas a la vida de la parroquia y de la Iglesia: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
Oración a la Virgen María
Nuestra Señora de la Consolación
Virgen María, Madre del Consuelo, que consolaste a santa Mónica, dándole la inmensa alegría de ver el triunfo de la gracia divina en la inteligencia y el corazón de su hijo Agustín: sé también nuestro consuelo. Danos el gozo de ver a nuestros hijos firmes en la fe que en sus almas sembramos desde que los concebimos en nuestro ser.
Y si alguno se ha desviado, danos la alegría de verlo retornar a la fe, y así poder gozarnos en la realización definitiva de nuestro ideal como madres cristianas. Amén.
Oración conclusiva
Señor Dios nuestro, fuente de toda familia, concédenos que, imitando a santa Mónica, vivamos nuestra fe cristiana con dedicación y alegría en medio de nuestros hogares.
Y que, como ella, sepamos influir positivamente sobre la fe de nuestros hijos, de tal modo que algún día tengamos el gozo inmenso de verlos junto a nosotras en tu Gloria, por toda la eternidad. Así sea.
Padre y Señor nuestro, fuente de toda familia, somos un matrimonio cristiano. Como esposos, formamos una comunidad conyugal gracias al Espíritu derramado en nuestros corazones por el sacramento del matrimonio. En virtud de tu llamada, nos sentimos padres dadores de vida. En esta oración compartida te rogamos, Dios nuestro, que la fe cristiana oriente toda nuestra vida, individual y familiar.
Con tu bendición hemos engendrado a nuestros hijos para la vida temporal. Pero nuestra vocación nos pide colaborar con tu gracia y engendrarlos también para la vida eterna. Ya que de ti los hemos recibido como un don precioso, confiamos que nos concederás cuanto necesitamos para hacerlos hijos tuyos. Sólo así lograremos ser padres en plenitud, y nos sentiremos felices con nuestra vocación de esposos y padres.
Para lograrlo, hemos escogido como patrona y modelo a santa Mónica. Ella alcanzó la felicidad entregándose a su esposo de todo corazón y cuidando a los hijos, en especial a su hijo Agustín. Santa Mónica, perseveró en la súplica constante por los suyos hasta convertirlos a ti plenamente. Como ella, también nosotros te presentamos nuestras peticiones, y repetimos en sincera comunión de fe y sentimientos esta súplica: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que miremos siempre a la Sagrada Familia de Nazaret como modelo de nuestro hogar, e imitemos sus virtudes domésticas: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que durante toda nuestra vida sepamos colaborar contigo en la generación y educación de nuestros hijos con responsabilidad y amor: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que seamos dóciles a la acción del Espíritu derramado sobre nuestros hijos en el bautismo, y los hagamos crecer sanos de cuerpo y alma, siendo nuestro contento y felicidad: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que nuestros hijos vivan felices en el seno de un hogar lleno de fe y de ternura que tratamos de construir día a día sostenidos por el Espíritu: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que ambos colaboremos activamente en la preparación de la primera comunión de nuestros hijos, y los guiemos hacia la confirmación de su fe personal y adulta: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que logremos que nuestros hijos aprecien los sacramentos de la penitencia y la eucaristía, y junto con nosotros vivan la fe, sobre todo los domingos y fiestas religiosas: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que, como santa Mónica, tratemos bien a nuestros hijos; y si hubiera que reprenderlos, lo hagamos con serenidad, autoridad y amor: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que, si brotara en alguno de nuestros hijos o hijas el germen de una vocación religiosa o sacerdotal, sepamos colaborar contigo para consolidarla y agradecerla: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que si alguno de nuestros hijos vacila en la fe o se desvía de ella, nosotros sepamos cercarlo de consejos y oraciones, hasta que retorne a la fe: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que demos ejemplo a nuestros hijos y nietos en su ardua tarea de formar verdaderos hogares auténticamente cristianos: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que al tratar con otros padres, avivemos en ellos su preocupación por el porvenir y bienestar espiritual de sus hijos, y logremos acercarlos a la vida de la parroquia y de la Iglesia: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
Oración a la Virgen María
Nuestra Señora de la Consolación
Virgen María, dulce Madre de La Consolación, que consolaste a santa Mónica dándole la inmensa alegría de ver cómo el Espíritu Santo transformaba la inteligencia y el corazón de su hijo Agustín haciéndolo cristiano; se también nuestro consuelo.
Danos el gozo de ver a nuestros hijos avanzar con paso firme por el camino de esta vida, iluminados por la fe cristiana y católica. Así, confiados en tu protección, esperamos alcanzar nuestro ideal de esposos y de padres cristianos y tener a los hijos junto a nosotros en la gloria, para siempre. Amén.
Oración a san Agustín
Bienaventurado padre san Agustín, tú llegaste a la fe por la oración de tu bendita madre santa Mónica; tú creías, y así lo enseñabas, que una madre cristiana sólo culmina su misión cuando logra poner a sus hijos en las manos de Dios y en el seno de la Iglesia católica; te pedimos atiendas nuestras súplicas por nuestros hijos y nietos, para que les ayudemos a vivir en la verdad; y, si llegan a desviarse de nuestra fe, los hagamos volver al buen camino.
Glorioso san Agustín, que una vez convertido te consagraste al servicio divino como religioso, y al servicio de la Iglesia como sacerdote y obispo; alcánzanos de nuestro Padre Dios que, si alguno de nuestros hijos o hijas siente la vocación sacerdotal o religiosa, nosotros le ayudemos en su decisión y en su fidelidad a la llamada. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Padre y Señor nuestro, somos madres cristianas viudas. Creemos que tú eres padre de los pobres, defensor de las viudas y protector de los huérfanos. De ahí que, con toda confianza, recurrimos a ti buscando consuelo y fortaleza, pues a veces nos sentimos tristes y abandonadas. Creemos que tú eres el único que nos puede comprender plenamente. Por eso te damos gracias.
En especial te agradecemos el esposo que nos diste. Queremos aceptar con fe y alegría que ya descanse en ti. Tú sabrás recompensarlo. A tus manos lo confiamos. De ti lo recibimos, a ti lo devolvemos y en ti esperamos encontrarlo para siempre en la gloria.
Reconocemos agradecidas que nuestros esposos fueron un don y sacramento de tu amor para nosotras y nuestros hijos. Perdónanos porque no siempre supimos verlos y tratarlos según tus designios. Aunque nos falta su presencia física, sentimos, sin embargo, que nos acompañan espiritualmente en nuestros trabajos y proyectos.
Te bendecimos, Padre santo, porque tú lo dispones todo para nuestro bien. Deseamos cumplir tu voluntad, y queremos darte gracias siempre y por todo lo que permites que nos suceda.
Finalmente, te damos gracias porque en nuestro desvalimiento nos ofreces el ejemplo maravilloso de santa Mónica, que hizo felices a los suyos llevándolos a ti y alcanzando ella misma la plena felicidad en ti.
Al amparo de tan admirable intercesora, te presentamos todas nuestras preocupaciones repitiendo esta plegaria: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que, como santa Mónica ya viuda, saquemos fuerza de la debilidad y seamos padre y madre de nuestros hijos en todas sus necesidades, sobre todo espirituales:
¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que sintamos la compañía de nuestros esposos que nos contemplan desde el cielo y ruegan por nosotras, y así podamos perseverar en nuestra vocación hasta el final:
¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que sepamos perdonar las ingratitudes y olvidar las ofensas causadas por nuestros maridos ya difuntos: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que, si brotara en alguno de nuestros hijos o nietos el germen de una consagración religiosa, sacerdotal o misionera, seamos generosas colaboradoras de su vocación: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que seamos prudentes y respetuosas con nuestros hijos y nietos en sus asuntos personales y familiares, sin privarles de nuestra colaboración en la construcción de sus hogares cristianos: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que, en nuestra condición de viudedad, Dios sea nuestro consuelo y fortaleza que nos permita experimentar la plenitud de vida, continuación y superación de la dicha que gozamos con nuestros maridos: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que en nuestro estado cultivemos con más ahínco la vida espiritual y el compromiso en las tareas apostólicas de la parroquia y de la Iglesia: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
-Para que busquemos con verdadero celo apostólico a las madres viudas como nosotras que se sientan solas o deprimidas, y logremos acercarlas a Dios: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que, en el trato con otras madres viudas, nos interesemos por sus necesidades, las acompañemos con prudencia y solidaridad hasta despertar en ellas su vocación cristiana, y logremos integrarlas a la vida de la Iglesia: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
Oración a la Virgen María
Nuestra Señora de la Consolación
Virgen María, Madre de la Consolación, que te mostraste a santa Mónica ya viuda, y la consolaste dándole la inmensa alegría de ver cómo el Espíritu Santo transformaba la inteligencia y el corazón de su hijo Agustín haciéndolo cristiano; sé también nuestro consuelo.
Danos el gozo de ver a nuestros hijos y nietos firmes en la fe cristiana que en ellos sembramos desde su más tierna infancia, y felices por la sincera práctica religiosa. Amén.
Para lograrlo, insistimos con igual devoción y constancia que santa Mónica en estas peticiones, repitiendo esta súplica: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que, como santa Mónica, guiemos a nuestros hijos hacia ti con nuestra propia vida, más decididamente cristiana cada día: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que nos esmeremos en lograr la plena cooperación de nuestros maridos en sembrar y consolidar la fe de los hijos: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que, como santa Mónica, tratemos bien a nuestros hijos, y procedamos en todas las circunstancias con dulce serenidad, autoridad y amor: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que estemos pendientes de la evolución del carácter de nuestros hijos, y atentas a los diversos ambientes en que se desenvuelve su vida: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que de tal modo comuniquemos la fe a nuestros hijos, que ellos se preocupen de vivirla y transmitirla a los demás: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que, si brotara en alguno de nuestros hijos o hijas el germen de una consagración religiosa o sacerdotal, seamos generosas colaboradoras de su vocación: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que transmitamos a nuestros hijos el conocimiento y amor a la parroquia en que vivimos, y les enseñemos a colaborar en las tareas apostólicas de las mismas: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que, si algún hijo nuestro se desvía del buen camino, los padres sepamos cercarlo de amor, oraciones y consejos, hasta conseguir su retorno a la fe y a la práctica religiosa: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
• Para que, en el trato con otras madres, nos interesemos por sus necesidades, despertemos en ellas su responsabilidad cristiana y logremos integrarlas a la vida de la parroquia y de la Iglesia: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
Oración a la Virgen María
Nuestra Señora de la Consolación
Virgen María, Madre del Consuelo, que consolaste a santa Mónica, dándole la inmensa alegría de ver el triunfo de la gracia divina en la inteligencia y el corazón de su hijo Agustín: sé también nuestro consuelo. Danos el gozo de ver a nuestros hijos firmes en la fe que en sus almas sembramos desde que los concebimos en nuestro ser.
Y si alguno se ha desviado, danos la alegría de verlo retornar a la fe, y así poder gozarnos en la realización definitiva de nuestro ideal como madres cristianas. Amén.
Oración conclusiva
Señor Dios nuestro, fuente de toda familia, concédenos que, imitando a santa Mónica, vivamos nuestra fe cristiana con dedicación y alegría en medio de nuestros hogares.
Y que, como ella, sepamos influir positivamente sobre la fe de nuestros hijos, de tal modo que algún día tengamos el gozo inmenso de verlos junto a nosotras en tu Gloria, por toda la eternidad. Así sea.
Oración de los padres por la fe de sus hijos
Padre y Señor nuestro, fuente de toda familia, somos un matrimonio cristiano. Como esposos, formamos una comunidad conyugal gracias al Espíritu derramado en nuestros corazones por el sacramento del matrimonio. En virtud de tu llamada, nos sentimos padres dadores de vida. En esta oración compartida te rogamos, Dios nuestro, que la fe cristiana oriente toda nuestra vida, individual y familiar.
Con tu bendición hemos engendrado a nuestros hijos para la vida temporal. Pero nuestra vocación nos pide colaborar con tu gracia y engendrarlos también para la vida eterna. Ya que de ti los hemos recibido como un don precioso, confiamos que nos concederás cuanto necesitamos para hacerlos hijos tuyos. Sólo así lograremos ser padres en plenitud, y nos sentiremos felices con nuestra vocación de esposos y padres.
Para lograrlo, hemos escogido como patrona y modelo a santa Mónica. Ella alcanzó la felicidad entregándose a su esposo de todo corazón y cuidando a los hijos, en especial a su hijo Agustín. Santa Mónica, perseveró en la súplica constante por los suyos hasta convertirlos a ti plenamente. Como ella, también nosotros te presentamos nuestras peticiones, y repetimos en sincera comunión de fe y sentimientos esta súplica: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que miremos siempre a la Sagrada Familia de Nazaret como modelo de nuestro hogar, e imitemos sus virtudes domésticas: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que durante toda nuestra vida sepamos colaborar contigo en la generación y educación de nuestros hijos con responsabilidad y amor: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que seamos dóciles a la acción del Espíritu derramado sobre nuestros hijos en el bautismo, y los hagamos crecer sanos de cuerpo y alma, siendo nuestro contento y felicidad: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que nuestros hijos vivan felices en el seno de un hogar lleno de fe y de ternura que tratamos de construir día a día sostenidos por el Espíritu: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que ambos colaboremos activamente en la preparación de la primera comunión de nuestros hijos, y los guiemos hacia la confirmación de su fe personal y adulta: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que logremos que nuestros hijos aprecien los sacramentos de la penitencia y la eucaristía, y junto con nosotros vivan la fe, sobre todo los domingos y fiestas religiosas: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que, como santa Mónica, tratemos bien a nuestros hijos; y si hubiera que reprenderlos, lo hagamos con serenidad, autoridad y amor: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que, si brotara en alguno de nuestros hijos o hijas el germen de una vocación religiosa o sacerdotal, sepamos colaborar contigo para consolidarla y agradecerla: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que si alguno de nuestros hijos vacila en la fe o se desvía de ella, nosotros sepamos cercarlo de consejos y oraciones, hasta que retorne a la fe: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que demos ejemplo a nuestros hijos y nietos en su ardua tarea de formar verdaderos hogares auténticamente cristianos: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que al tratar con otros padres, avivemos en ellos su preocupación por el porvenir y bienestar espiritual de sus hijos, y logremos acercarlos a la vida de la parroquia y de la Iglesia: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
Oración a la Virgen María
Nuestra Señora de la Consolación
Virgen María, dulce Madre de La Consolación, que consolaste a santa Mónica dándole la inmensa alegría de ver cómo el Espíritu Santo transformaba la inteligencia y el corazón de su hijo Agustín haciéndolo cristiano; se también nuestro consuelo.
Danos el gozo de ver a nuestros hijos avanzar con paso firme por el camino de esta vida, iluminados por la fe cristiana y católica. Así, confiados en tu protección, esperamos alcanzar nuestro ideal de esposos y de padres cristianos y tener a los hijos junto a nosotros en la gloria, para siempre. Amén.
Oración a san Agustín
Bienaventurado padre san Agustín, tú llegaste a la fe por la oración de tu bendita madre santa Mónica; tú creías, y así lo enseñabas, que una madre cristiana sólo culmina su misión cuando logra poner a sus hijos en las manos de Dios y en el seno de la Iglesia católica; te pedimos atiendas nuestras súplicas por nuestros hijos y nietos, para que les ayudemos a vivir en la verdad; y, si llegan a desviarse de nuestra fe, los hagamos volver al buen camino.
Glorioso san Agustín, que una vez convertido te consagraste al servicio divino como religioso, y al servicio de la Iglesia como sacerdote y obispo; alcánzanos de nuestro Padre Dios que, si alguno de nuestros hijos o hijas siente la vocación sacerdotal o religiosa, nosotros le ayudemos en su decisión y en su fidelidad a la llamada. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.
Oración de las madres Viudas
Padre y Señor nuestro, somos madres cristianas viudas. Creemos que tú eres padre de los pobres, defensor de las viudas y protector de los huérfanos. De ahí que, con toda confianza, recurrimos a ti buscando consuelo y fortaleza, pues a veces nos sentimos tristes y abandonadas. Creemos que tú eres el único que nos puede comprender plenamente. Por eso te damos gracias.
En especial te agradecemos el esposo que nos diste. Queremos aceptar con fe y alegría que ya descanse en ti. Tú sabrás recompensarlo. A tus manos lo confiamos. De ti lo recibimos, a ti lo devolvemos y en ti esperamos encontrarlo para siempre en la gloria.
Reconocemos agradecidas que nuestros esposos fueron un don y sacramento de tu amor para nosotras y nuestros hijos. Perdónanos porque no siempre supimos verlos y tratarlos según tus designios. Aunque nos falta su presencia física, sentimos, sin embargo, que nos acompañan espiritualmente en nuestros trabajos y proyectos.
Te bendecimos, Padre santo, porque tú lo dispones todo para nuestro bien. Deseamos cumplir tu voluntad, y queremos darte gracias siempre y por todo lo que permites que nos suceda.
Finalmente, te damos gracias porque en nuestro desvalimiento nos ofreces el ejemplo maravilloso de santa Mónica, que hizo felices a los suyos llevándolos a ti y alcanzando ella misma la plena felicidad en ti.
Al amparo de tan admirable intercesora, te presentamos todas nuestras preocupaciones repitiendo esta plegaria: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que, como santa Mónica ya viuda, saquemos fuerza de la debilidad y seamos padre y madre de nuestros hijos en todas sus necesidades, sobre todo espirituales:
¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que sintamos la compañía de nuestros esposos que nos contemplan desde el cielo y ruegan por nosotras, y así podamos perseverar en nuestra vocación hasta el final:
¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que sepamos perdonar las ingratitudes y olvidar las ofensas causadas por nuestros maridos ya difuntos: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que, si brotara en alguno de nuestros hijos o nietos el germen de una consagración religiosa, sacerdotal o misionera, seamos generosas colaboradoras de su vocación: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que seamos prudentes y respetuosas con nuestros hijos y nietos en sus asuntos personales y familiares, sin privarles de nuestra colaboración en la construcción de sus hogares cristianos: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que, en nuestra condición de viudedad, Dios sea nuestro consuelo y fortaleza que nos permita experimentar la plenitud de vida, continuación y superación de la dicha que gozamos con nuestros maridos: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que en nuestro estado cultivemos con más ahínco la vida espiritual y el compromiso en las tareas apostólicas de la parroquia y de la Iglesia: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
-Para que busquemos con verdadero celo apostólico a las madres viudas como nosotras que se sientan solas o deprimidas, y logremos acercarlas a Dios: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
- Para que, en el trato con otras madres viudas, nos interesemos por sus necesidades, las acompañemos con prudencia y solidaridad hasta despertar en ellas su vocación cristiana, y logremos integrarlas a la vida de la Iglesia: ¡Ayúdanos, Padre y Señor nuestro!
Oración a la Virgen María
Nuestra Señora de la Consolación
Virgen María, Madre de la Consolación, que te mostraste a santa Mónica ya viuda, y la consolaste dándole la inmensa alegría de ver cómo el Espíritu Santo transformaba la inteligencia y el corazón de su hijo Agustín haciéndolo cristiano; sé también nuestro consuelo.
Danos el gozo de ver a nuestros hijos y nietos firmes en la fe cristiana que en ellos sembramos desde su más tierna infancia, y felices por la sincera práctica religiosa. Amén.
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