Sagrado Corazón de Jesús
La devoción al Sagrado Corazón de Jesús como símbolo de su amor humano y divino hacia los hombres tuvo sus comienzos en la Edad Media con san Bernardo y comenzó a ser celebrada litúrgicamente a instancias de san Juan Eudes y de las revelaciones a santa Margarita María de Alacoque en el siglo XVII. La primera aprobación pontificia de este culto fue en 1765. En 1856 Pío IX extendió la fiesta a toda la Iglesia de rito romano, y en 1928 Pío IX la elevó a la máxima categoría litúrgica. Centrada originalmente en un sentido de reparación y de afectividad, los textos del nuevo Misal han renovado esta festividad de forma que las oraciones y el mayor número de lecturas proclamen la magnitud del amor de Dios a los hombres manifestado en Cristo, cuyo corazón abierto en la cruz fue la máxima prueba de generosidad y la fuente donde manaron los sacramentos de la Iglesia, siendo allí esta lavada en el agua y la sangre y asociada como Esposa a la obra de su Señor (Pr.).
Las lecturas de los tres años tienen una temática semejante; así los pasajes del Antiguo Testamento hablan del amor de Dios al pueblo de Israel, imagen profética de la Iglesia; amor gratuito y fiel que espera fidelidad (A), amor paternal y misericordioso (B) que encuentra una imagen predilecta en el cuidado pastoral del rebaño elegido, atendiendo con predilección a las ovejas más débiles y a las descarriadas (C). Las segundas lecturas son, para el año A, el precioso texto de la primera carta de san Juan donde se define a Dios como agapé, amor de donación que se anticipa al nuestro; en los ciclos B y C se leen fragmentos de san Pablo donde el apóstol se admira de la grandeza del amor de Dios y pide su imitación. Finalmente, los pasajes evangélicos presentan a Cristo «manso y humilde de corazón» (A), sacrificado en la cruz con el corazón abierto por la lanza del soldado (B), y mostrándose a sí mismo como Buen Pastor, haciendo propia la imagen de Dios en el Antiguo Testamento en su aspecto más misericordioso y abierto a la reconciliación de los pecadores (C).
(Tomado del Nuevo Misal del Vaticano II)
Las lecturas de los tres años tienen una temática semejante; así los pasajes del Antiguo Testamento hablan del amor de Dios al pueblo de Israel, imagen profética de la Iglesia; amor gratuito y fiel que espera fidelidad (A), amor paternal y misericordioso (B) que encuentra una imagen predilecta en el cuidado pastoral del rebaño elegido, atendiendo con predilección a las ovejas más débiles y a las descarriadas (C). Las segundas lecturas son, para el año A, el precioso texto de la primera carta de san Juan donde se define a Dios como agapé, amor de donación que se anticipa al nuestro; en los ciclos B y C se leen fragmentos de san Pablo donde el apóstol se admira de la grandeza del amor de Dios y pide su imitación. Finalmente, los pasajes evangélicos presentan a Cristo «manso y humilde de corazón» (A), sacrificado en la cruz con el corazón abierto por la lanza del soldado (B), y mostrándose a sí mismo como Buen Pastor, haciendo propia la imagen de Dios en el Antiguo Testamento en su aspecto más misericordioso y abierto a la reconciliación de los pecadores (C).
(Tomado del Nuevo Misal del Vaticano II)
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