viernes, julio 06, 2018

NO SOMOS HÉROES

        Quizá recuerdes aquella gran película protagonizada por Orson Welles que se titula "El tercer hombre".

        Una gran noria gira lentamente sobre los tejados de una Viena de posguerra, bombardeada y ocupada por las fuerzas internacionales, mientras debajo, como puntos lejanos, unos niños se entretienen en sus juegos.

        El protagonista de la película es un adulterador de penicilina sin escrúpulos. Desde lo alto de la noria, su amigo le pregunta si ha llegado a ver personalmente la desgracia de alguna de sus víctimas, y este le contesta cínicamente: "No me resulta agradable hablar de eso. ¿Víctimas?

        No seas melodramático! Mira ahí abajo: ¿sentirías compasión por algunos puntitos negros si dejaran de moverse? ¿Si te ofrecieran veinte mil dólares por cada puntito que se parara, me dirías que me guardase mi dinero..., o empezarías a calcular los puntitos que serías capaz de parar tú? Y... libre de impuestos. ¡Libre de impuestos! Hoy es la única manera de ganar dinero..."

        "Antes creías en Dios", le recordó su amigo.

        El protagonista reflexionó un momento y dijo: "¡Y sigo creyendo en Dios, amigo! Creo en Dios y en su misericordia; pero creo que los muertos están mejor que nosotros: ¡para lo que han dejado aquí...!".

        Afortunadamente, son pocos los que llegan a ese grado de cinismo. Pero, salvando las distancias, todos corremos el riesgo de ser seducidos por esa especie de ética de la normalidad, cuyos eslóganes más emblemáticos podrían ser "eso es lo normal, lo hace todo el mundo", "hoy día ya nadie piensa así", "no hay que complicarse la vida", "la vida es así, qué le vamos a hacer", u otros semejantes.

        "No somos héroes", podría ser la consigna de los representantes de esta mentalidad. Una seducción que, de una forma o de otra, todos experimentamos de vez en cuando. Y quizá entonces, como al tercer hombre, nos asalta ese pensamiento: "No nos pongamos melodramáticos...", y apartamos la vista de aquello que no hacemos bien.

        En esas ocasiones se comprueba que para llevar una vida coherente y moral, hace falta a veces un cierto grado de heroísmo. Para acabar con la esclavitud, o con la tortura, o con la segregación racial, por citar tres ejemplos no muy lejanos, hubo un tiempo en que muchos hombres tuvieron que actuar contracorriente, con heroísmo. Y esto es aplicable a cuestiones grandes o pequeñas, porque pocos logros morales pueden alcanzarse sin esfuerzo.

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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