martes, abril 17, 2018

¿ES ÉL QUIEN MIENTE y TÚ QUIEN DICE LA VERDAD?

Se apareció a sus discípulos, presentándose de forma repentina en medio de ellos. Lo oísteis cuando se leyó. Ellos se sintieron turbados y creían que estaban viendo un espíritu. Es lo mismo que piensan quienes creen que él no tuvo verdadera carne: los maniqueos, los priscilianistas y cualquier otra peste que ni siquiera merece ser nombrada. No es que piensen que Cristo no existió; no, no es esto; pero piensan que era un espíritu sin carne. ¿Qué piensas tú, oh Católica? ¿Qué piensas tú, su esposa, no una adúltera? ¿Qué piensas tú sino lo que aprendiste de su boca? En efecto, no has podido encontrar mejor testimonio sobre él que el dado por él mismo. ¿Qué piensas, pues, tú? Tú aprendiste que Cristo constaba de la Palabra, alma humana y carne humana. ¿Qué sabes respecto a la Palabra? En el principio existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios; ésta existía al principio junto a Dios. ¿Qué aprendiste referente al alma humana? E, inclinada la cabeza, entregó su espíritu. ¿Qué te enseñó respecto a la carne? Escúchalo. Perdona a quienes piensan ahora lo que antes pensaron los discípulos que estaban en error; error en el que, sin embargo, no permanecieron. Los discípulos pensaron lo mismo que hoy piensan los maniqueos, los priscilianistas, a saber, que Cristo el Señor no tenía carne verdadera, que era solamente un espíritu.

Veamos si el Señor los dejó errar. Ved que el pensar eso es un perverso error, pues el médico se apresuró a curarlo y no lo quiso confirmar. Ellos, pues, creían estar viendo un espíritu; pero quien sabía lo dañinos que eran esos pensamientos, ¿qué les dijo para erradicarlos de sus corazones? ¿Por qué estáis turbados? ¿Por qué estáis turbados y suben esos pensamientos a vuestro corazón? Ved mis manos y mis pies; tocad y ved, que un espíritu no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo. Contra cualquier pensamiento dañino, venga de donde venga, agárrate a lo que has recibido; de lo contrario, estás perdido. Cristo, la Palabra verdadera, el Unigénito igual al Padre, tiene verdadera alma humana y verdadera carne, aunque sin pecado. Fue la carne la que murió, la que resucitó, la que colgó del madero, la que yació en el sepulcro y ahora está sentada en el cielo. Cristo el Señor quería convencer a sus discípulos de que lo que estaban viendo eran huesos y carne; tú, sin embargo, le llevas la contraria. ¿Es él quien miente y tú quien dice la verdad? ¿Eres tú quien edifica y él quien engaña? ¿Por qué quiso convencerme Cristo de esto sino porque sabía lo que me es provechoso creer y lo que me perjudica no creer? Creedlo, pues, así; él es el esposo.

San Agustín, Sermón 238, 2

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La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

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