jueves, marzo 01, 2012

Una costumbre tóxica

Leyes tóxicas.
   José Javier Castiella

Esta sección de leyes tóxicas no se desnaturaliza por dedicar un artículo a una moda social, no ley pero sí costumbre tóxica: la del ocio noctámbulo de nuestra juventud.

Las noches de viernes y sábado se han impuesto, en determinados estratos de primera juventud, como modo si no único, sí prevalente, de diversión y relación social no virtual. La noche se ha convertido en la gran baza para la desenfilada de controles familiares de nuestros adolescentes. En ella se convierten en estadísticamente normales, si no obligados, comportamientos relativos a tres campos: sexo, alcohol y drogas, que dañan en gran manera su presente y, muchas veces, su futuro como adultos.

Las noches de viernes y sábado se han convertido, para nuestros adolescentes, en fuente de disgregación y desorden físico, ruptura del equilibrio horario del descanso y la vigilia dos días de cada siete, si no tres para quienes inician los jueves su noctambulia, y ocasión próxima de desórdenes de otro tipo, pero íntimamente relacionados con el primero.

Salir de noche, al menos la primera vez, supone prolongar la vigilia a costa del descanso, lo cual se lleva mal de por si, por lo que es casi obligado el "ayudarse" con algún estimulante alcohólico o de droga ilegal. Salir de noche, después de un día de trabajo o estudio, es ponerse en ocasión próxima de beber alcohol o drogarse de cualquier otro modo para animarse, ya que lo que, de no hacerlo, uno se convierte en el aburrido del grupo, se queda dormido.

Específicamente para los actuales adolescentes, el psicoanalista francés y experto en psiquiatría social ANATRELLA, afirma que la educación de esta última generación se ha centrado demasiado en el bienestar afectivo, a veces a costa de las realidades, de los saberes, de los códigos culturales y de los valores morales, sin ayudar a los jóvenes a edificarse interiormente. De ahí que, en muchos casos, tiendan más a una expansión narcisista que a un verdadero y auténtico desarrollo personal.

No importan ni se ambicionan metas grandes, que exijan algo en el presente. El adolescente vive el "hoy y ahora" más inmediato. Se ha habituado a obtenerlo todo "ya", sin coste ni esfuerzo por su parte y los tres señuelos a los que antes aludía: sexo, alcohol y drogas, tienen en común el ofrecerle un placer atractivo, inmediato, asequible y de cuyas consecuencias negativas el adolescente puede, al menos a corto plazo, desentenderse.


En el caso del sexo, con la connivencia de la propia sociedad, que le facilita el condón, la píldora del día de después, por si aquel falla y, en último término, el aborto. La razón más profunda por la que se defiende en nuestra sociedad la aberración asesina del aborto, no es otra que el ser este consecuencia estadística obligada de un planteamiento pansexual que se vende, casi diría se impone, a los menores.

En el caso del alcohol y de las drogas, al fin y al cabo el alcohol subido de dosis no pasa de ser una droga más, la sociedad se lo va a poner más difícil (y entiendo que debiera hacerlo más todavía), ya que las víctimas de los efectos secundarios negativos son los mismos protagonistas, convertidos en alcohólicos o drogadictos y los terceros a los que, en su descontrol, pueden perjudicar estos.

Pero, ¿Cuál es la alternativa? Desde luego no lo es la simple prohibición. Los adolescentes necesitan relacionarse y si, en su entorno familiar, se les niega o bien lo buscarán desobedeciendo y creando conflicto o bien se doblegarán y marginarán. En ambos casos, el daño está servido.

Resolver socialmente el problema del ocio noctámbulo exige una actuación coordinada de las tres instancias interesadas y responsables.

1.- Desde instancias públicas se pueden reprimir algunas de sus manifestaciones: excesivo ruido, ocupación de determinados espacios públicos y, sobre todo, controles de alcoholemia o drogas masivos a menores de edad ya que tienen prohibido su consumo, no solamente a conductores, notificando los positivos a las respectivas familias y centros educativos. También se pueden fomentar algunas alternativas de ocio diurno: diferentes deportes atractivos, excursiones, actividades culturales o simplemente de diversión.

2.- En los centros educativos tener presente la información que llegue de esos positivos de alcoholemia o drogas, en orden a educar corrigiendo a sus autores y disponer del calendario académico de tal modo que se dificulte esta moda social noctámbula motivando positivamente, en lo posible, la alternativa diurna.

3.- Pero todo ello será insuficiente e ineficaz en gran medida, si no hay una actuación de las familias de cada adolescente en esa misma línea, que haga atractivo para el adolescente y sus amigos el cambio de planes.

El reto, para los adultos es doble: de una parte crear alternativas diurnas atractivas para el hijo; de otra, mantener al hijo en una vida de relación con sus coetáneos, activa y natural. Para ello quizás convenga tomar iniciativas de conocer a los amigos del hijo, a los padres de estos y amigos del hijo, plantear actividades atractivas para los adolescentes, que sean practicables solamente en horas diurnas.

Desde luego todo pasa por mantener una buena relación con el hijo respectivo, de modo que éste se sincere en lo relativo a sus gustos, aficiones y amigos. Todo esto solamente es posible si en la etapa anterior, la de la admiración incondicional a los padres, la infancia, estos se han ganado la confianza y cariño de los hijos. La prehistoria condiciona la historia. Si uno llega a la adolescencia de sus hijos con el capital afectivo de muchas excursiones conjuntas y un bagaje de recuerdos gratos en familia, será más fácil que, en esta nueva etapa, los planes de los padres calen en los hijos adolescentes, aunque tampoco seguro.
La adolescencia supone, entre otros cambios, en el ámbito relacional, una modificación en la escala de valores del adolescente. El primer valor hasta entonces era la familia, ahora lo son los amigos y el ser aceptado socialmente. Esto deben tenerlo muy presente los adultos de cada familia de adolescente, para no tensar más de la cuenta las riendas que, como mayores responsables de los hijos menores de edad, les corresponden. Ordenar y prohibir supone usar de esas riendas de un modo represivo, que cada vez resultará menos eficaz. Escuchar y hablar en los momentos agradables, con el viento a favor de una buena actitud del adolescente, será, a la larga, el único modo eficaz de que él, en el uso de su libertad, de la que cada día tendrá más conciencia, tome decisiones en la dirección que nos parece más acertada para su mejor desarrollo.

Si resulta difícil escribir estas líneas, más lo es todavía ponerlas en práctica con adolescentes concretos. Lo escribo por experiencia paterna. Por ello seguramente la moda social de la vida nocturna tiende a generalizarse y perpetuarse. Pero lo cierto es que, mirada objetivamente desde la perspectiva del desarrollo óptimo de los menores, resulta tóxica. Por ello entiendo que procede denunciarla como tal e intentar ponerle remedio.

Tomado de: Fluvium.org













0 comentarios:

Related Posts with Thumbnails

Acerca de este blog

La Comunidad de Madres Mónicas es una Asociación Católica que llegó al Perú en 1997 gracias a que el P. Félix Alonso le propusiera al P. Ismael Ojeda que se formara la comunidad en nuestra Patria. Las madres asociadas oran para mantener viva la fe de los hijos propios y ajenos.

  © Blogger templates The Professional Template by Ourblogtemplates.com 2008

Back to TOP